los jovenes
INTRODUCCIÓN
“Los jóvenes llevan en
sí mismos el futuro de la iglesia” al iniciar este proyecto se hace necesario mirar
con los ojos abiertos y atentos el futuro de la iglesia y es lógico pensar que
su futuro son los jóvenes, bien lo dice el Papa Benedicto XVI en las palabras
que quise poner en el comienzo de este trabajo. Se hace necesario entonces
detenerse un poco en algo que se hace inmanente: los jóvenes dependen casi
totalmente de la ayuda, de las opciones
y las oportunidades que se les brindan y no se puede permitir que estas
opciones sean siempre negativas, sería simplemente erróneo el no aceptar que
ellos se sienten bombardeados por una
cantidad de tendencias que cada día van ganando puesto significativo en la
sociedad, se sienten apresados en una sociedad que no propone sino que impone,
se ven atacados por unos cambios vertiginosos que moldean la realidad de una
manera inexorable, se ven constantemente confrontados por una sociedad que
propone la violencia como la única solución a los problemas y se ven
lastimosamente involucrados en una serie de ideas medievales que proponen el
escepticismo y el hedonismo como la mejor opción y en una serie de ideas contemporáneas
que proponen el nihilismo como una verdad única y fundamental y el
existencialismo como la idea de un hombre superfluo, vacío y para hacerlo más
irónico dios. En todas estas
circunstancias todos tienden a despreciar a estos jóvenes que están buscando
una formación de la identidad a través de unos procesos y unas etapas que
inevitablemente deben cumplir y que según las cumplan será a sí mismo el
desarrollo de su identidad, es preciso entonces acompañarlos, es oportuno
formar en actitudes y aptitudes a estos jóvenes que lo único que buscan es
ganarse un puesto en una sociedad que exige mucho pero que no está dispuesta a
dar nada, es por lo tanto coherente brindarles la mano y acogerlos no como un
problema sino como una grandiosa oportunidad, no como unos seres pasivos
esclavos de impulsos como lo diría Sigmund Freud, sino como unos seres activos
buscando adaptarse a una sociedad como lo diría Erikson. Que maravilloso
resulta confrontarlos y plantearles grandes retos, que maravilloso resulta
exprimir todas sus cualidades y que maravilloso resulta aspirar con ellos lo
excelente, lo sublime, lo perfecto, pero surgen grandes preguntas con
respuestas confusas y esto surge tal vez porque se están buscando grandes
resultados con rastreros métodos y esto
surge en definitiva porque no se poseen los medios ni los recursos para lograr
un fin que a la larga va tomando un color sombrío y se va tornando un tanto
complicado. “jóvenes no tengan miedo el señor no quita nada, Él lo da todo”
Benedicto XVI. Había dicho anteriormente que los jóvenes se sentían atacados,
despreciados y que buscaban una opción fundamental para sus vidas pero que
ninguna de las opciones que se les planteaba resultaba ser lo suficientemente tentadora como para
acogerla como opción fundamental, y es
que todas estas opciones se hacen interesantes pero a la larga terminan siendo
un fracaso total y entonces los jóvenes necesitan algo más, necesitan que su
corazón palpite de emoción, necesitan una opción esperanzadora, algo que los
motive a luchar sin cansancio, algo que los llene de alegría y de paz, pero
¿dónde podrán encontrar semejante maravilla? ¿Quién está dispuesto a brindarles
algo motivador? Y aunque parezca imposible ya he encontrado la respuesta
después de una disquisición bastante profunda y la respuesta es: Dios, he aquí
lo que habíamos buscado tanto tiempo, la felicidad tan anhelada. Te buscábamos
señor dónde nunca estarías y ahora te haces el encontradizo en nuestras vidas
porque ya no soportas que caminemos en tinieblas y quieres llenarnos de tu luz.
“Tarde te amé hermosura tan antigua y bella, tarde te amé yo te buscaba por
fuera y tú estabas dentro” San Agustín. Ya se ha encontrado la opción
fundamental pero se necesita alguien que ayude a estos jóvenes a conocer esa
opción fundamental y ese alguien es sin duda la iglesia jerárquica haciéndose presente
en una parroquia por medio de unos sacerdotes que la gobiernan, esta es la tarea
de la parroquia: hacerse presente en
vida de todos sus miembros de una
manera activa y decidida llevando siempre el mensaje de cristo con alegría y
esperanza y en esta ocasión le corresponde hacerse presente en la vida de
tantos jóvenes que necesitan a alguien que
los ayude a luchar y a ser mejores.
“Maestro,
el camino es largo y la tarea dura. Pero no te desalientes. Dios confió en tu
debilidad y te llamó para la siembra,
cargó tus alforjas de semillas; y ahora te acompaña entre los surcos para ser
destinatario de la cosecha.
En
su nombre, que es el de todos tus alumnos: ¡muchas gracias! Y en el ocaso de
cada jornada, cuando en medio de tu silencio fatigado recuerdes sus rostros,
escucharas su voz que repite; lo que hiciste con uno de estos, mis pequeños, a
mí me lo hiciste”
Que
hacer: los
jóvenes de hoy necesitan identificarse con cristo, lo primero que se debe hacer
es mostrar a Jesús como maestro y a ellos hacerles sentir como discípulos, pero
los discípulos de Jesús deben tener unas características especiales y me dispongo entonces a enumerarlas:
1. El
discípulo escucha a su maestro: pero atentos porque
escuchar no es lo mismo que oír, escuchar es algo que involucra la razón y el
corazón; mientras que oír no pasa de ser algo meramente fisiológico, es algo
que se hace por inercia y por costumbre. Entonces podría surgir una pregunta
con una obvia respuesta. ¿ por qué medio habla el maestro? Y la respuesta es su
palabra, esa es su voz entre nosotros, la palabra de Dios es la comunicación
viva, eficaz y novedosa entre nosotros y en este caso no puede ser la
excepción. La palabra de Dios no puede convertirse en un añadido, al contrario
debe ser lo fundamental en cada encuentro, en cada evento, en cada actividad y
en cualquier proceso en el que se
involucre el seguimiento de Jesús como maestro. Propongo entonces como el mejor
método para el acercamiento a la palabra de Dios de una manera responsable y
comprometida la lectio divina con sus cinco pasos: la lectura, la meditación,
la oración, la contemplación y la acción o compromiso. Es esta sin duda la
mejor forma de acercarse a Jesús, es esta la oportunidad de encontrarnos cara a
cara con el maestro que nos habla, es esta la oportunidad de hablar con el
maestro, es esta la oportunidad de escucharle con atención y es esta en
definitiva la oportunidad de comprometernos con el maestro.
2. El
discípulo cree en su maestro: creer en el ámbito
cristiano es tener fe. “la fe es ante todo una adhesión personal del hombre a
Dios” catecismo de la iglesia católica. Es que Dios no impone que le amemos
porque nuestro Dios es un Dios de libertad, cada uno es invitado para que crea
pero nunca se le impone nada, creer es una decisión personal. Entonces me
atrevo a decir que la pastoral juvenil se debe fundamentar en la fe, es este el
principio de todo, desde una fe pura y
firme debe procurar partir este proyecto, sino la hay es bueno entrar en un proceso
serio de confrontación en la fe, es necesario mostrar la fe no como una idea, sino como una persona
y esa persona es cristo. Es bueno entonces entrar en contacto con el catecismo
de la iglesia católica en su primera parte: la profesión de la fe en su primera
sección: creo, creemos.
3. El
discípulo pone en práctica lo que aprende de su maestro:
sería simplemente ilógico y estúpido el aprender sin aprehender, y es que el
conocimiento de Dios, de su mensaje, de su amor
es la oportunidad grandiosa de comunicarlo de desbordarnos de tal manera
que ya no seamos capaces de guardar todo lo aprendido; sino que ansiemos
donarlo a los demás, pero hay que estar atentos por que aprender del maestro
implica guardar todos esos conocimientos en el corazón, no basta con tenerlos
presentes en la mente, no nos podemos convertir en seres racionales. Cómo negar
que todos nosotros somos, quien más, quien menos, pequeños hijos de Descartes,
e incluso hay un pequeño Voltaire en cada uno de nosotros; se hace preciso entonces citar la siguiente anécdota:
Un día estaba Jesús con sus discípulos y les preguntó: ¿y ustedes quién dicen
que soy yo? Simón Pedro se levantó y contestó: tú eres la teofanía escatológica
que sustenta ontológicamente la intensidad de nuestras relaciones
subconscientes e interpersonales. Jesús abrió los ojos llenos de sorpresa y
preguntó: ¿qué, queeeé? Y pedro no le
pudo repetir, porque se le había olvidado. No era algo que tenía en el corazón,
sino sólo en la mente. Aprender de Jesucristo no implica una simple teoría,
aprender de Jesucristo es una experiencia personal, debemos convertirnos no en
simples reporteros sino en testigos del milagro de cristo entre nosotros, hasta
el punto en que digamos: “no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y
oído (Hch 4, 20).
4. El
discípulo ama a su maestro: Jesús le preguntó a Simón Pedro:
Simón hijo de Juan ¿me amas más que éstos? Pedro le contestó: sí señor, tú
sabes que te quiero. Jesús le dijo: cuida de mis corderos. Volvió a
preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le contestó: sí señor, tú
sabes que te quiero. Jesús le dijo: cuida de mis ovejas. Por tercera vez le
preguntó: simón, hijo de Juan ¿ me quieres? Pedro triste porque le había
preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó: señor tú lo sabes todo:
tú sabes que te quiero: cuida de mis ovejas, después le dijo sígueme.
Que
difícil y que complicado resulta el ser interpelado por el maestro, hoy a
cada joven le está diciendo de manera
imperativa y de manera interrogativa lo que hace dos mil años le dijo a Simón
pedro: ¿me amas? Y la respuesta de un joven común sería obsoleta y vacía, sería pobre y sin argumentos o en el
peor de los casos simplemente no habría respuesta alguna o tal vez la respuesta
sería: no te amo porque no te conozco y porque no me interesa conocerte, no te
amo porque nadie me ha hablado de ti, no te amo porque puedes convertirte en
una piedra en mi zapato, no te amo porque me robas mi libertad y te metes en
vida y en mis decisiones y en definitiva no te amo porque me he acostumbrado a
estar sin ti y me siento bien como estoy. Esta sería la respuesta de un joven
común pero… ¿cuál puede ser la respuesta de un joven que a la larga también es
común pero que quiere cambiar, que quiere seguir a Jesús? Este respondería de
la siguiente manera: te amo Jesús aunque te conozca muy poco, pero no porque no
hagas parte de mi vida sino porque no he dejado que lo seas, siempre has estado
ahí esperando que yo te dé una respuesta y yo lo único que he hecho es darte la
espalda; debo reconocer que te conozco gracias a mis dificultades y a mis
problemas, cuando me he equivocado por una mala decisión, cuando me he dado
cuenta que no soy dueño de mis decisiones sino de las consecuencias, entonces
en ese momento te busco, cuando todos se han ido y me han dejado sólo tú
siempre apareces dándome una voz de aliento en mi cruda realidad; cómo no
amarte mi señor si te has convertido en mi mejor amigo, en mi confidente, en mi
esperanza. Hoy entonces quiero comprometerme contigo de una manera parcial y
definitiva sabiendo que te amo y que me amas, quiero buscarte en los momentos
de felicidad para compartirlos contigo; y en los momentos de tristeza para que
me acompañes y me des el mejor concejo.